miércoles, 10 de julio de 2019

AGUIRRE DI MATTEO LEONARDO

LEONARDO AGUIRRE DI MATTEO
Se levanta el telón. El contemplador sorprendido cree ser invitado a penetrar más allá de la profundidad del plano, guiado por una perspectiva cierta que se repite cada vez, en todas las escenas. Hay siempre una salida, cuando no una continuidad de las zonas más próximas de la tela pintada, como si el entorno que las contiene y las limita formara parte de la escena planteada por el artista y en esa totalidad se pudiera instalar la serenidad espiritual de quien mira la obra, porque medida, bien entonada, proporcionada, es una armonía de la que ya no es posible escapar.
Leonardo Aguirre di Matteo pasó por la Facultad de Arquitectura, fue ayudante de arquitecto, dibujó copiando los clásicos y asistió al taller de Clever Lara para desarrollar su oficio; incursionó en fotografía; sus obras han sido premiadas en Montevideo por el Museo de Arte Contemporáneo (1998),  B’nai B’rith (2004); exhibidas en Punta del Este, Buenos Aires, Londres, Bruselas, Verona, Venecia, Las Vegas el año pasado; integran colecciones en Argentina, Australia, Brasil, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, México.  Con tal bagaje de conocimientos y experiencia Leonardo enfrenta la tela blanca sin miedos, con el entusiasmo de una idea preconcebida en base a esbozos que responden a las sugestiones de la realidad circundante, familia, casa, música, actualidades, la vida en fin. Son cientos de hojas que guarda celosamente, son el diario de su vida.
Si tantas veces ha sido repetido que “no  hay arte sin poesía”,  las obras de Aguirre Di Matteo se encarnan en la levedad del recuerdo y se resuelven en la figura apenas delineada dentro de marcos contundentes de planos que se superponen formando polígonos, atravesados por líneas punteadas que van escribiendo una arquitectura del espacio recorrido por la mirada. Y las escenas se instalan como una inocencia recuperada, que es la mirada íntima del propio artista cuando busca en lo profundo de sí mismo para poder dar vida a objetos y personajes del mundo de sus sueños. Y entonces se opera el milagro de la creación de un mundo que tan pocos artistas consiguen realizar. Apoyado en la realidad Aguirre Di Matteo crea sobre el plano los planos que determinan lugares donde podrá colocar el sitio de cada objeto, ser o figura. Los suspende en ese plano que por obra de las proporciones elegidas parece extenderse, convertirse en un espacio ilimitado donde los dibujos flotan, y, quietos en el lugar asignado, se mueven cual actores que hubieran estado esperando  la orden del director para comenzar a representar su papel.
Los roles, los caminos por los que la vida marca destinos a todos los seres vivos (no faltan los animales en las escenas de Leonardo), son la arquitectura creada por el artista, quien con alma de poeta y de escenógrafo, construye una nueva realidad, dictada por los sueños, vivida en las vigilias, armonizada como solamente el buen arte puede permitirlo.
Los fondos son de un  blanco matizado sobre el que las líneas de los contornos y las que determinan la superposición de planos marcan con firmeza las zonas de color. Rojo, naranja, azul, amarillo cubren zonas delineadas por negro, a veces por sombras pardas que enaltecen el volumen imaginado por el contemplador, porque lo pintado es esencialmente plano y lo sugerido son las distancias ilusorias inventadas por las perspectivas que dirigen hacia el más allá.
¿Más allá?  ¿Más acá? ¿De qué? ¿Desde cuándo? La pintura en Uruguay ha sido fuertemente marcada por el constructivismo de Joaquín Torres García, a partir de 1934. Esta influencia del Maestro Torres García ha formado artistas que componen y estructuran con el rigor impartido en aquella escuela, en la que muerto Don Joaquín, sus hijos Horacio y Augusto, los discípulos más antiguos como Alpuy, Fonseca, Gurvich, Matto, los hermanos Ribeiro, recibieron el legado de continuar entregando en lecciones. En las composiciones de Leonardo Aguirre Di Matteo no es tal vez éste el constructivismo que asombra al contemplador. Su construcción es otra y parece ser en la economía de líneas y espacios, en los leves detalles del dibujo, una vuelta al origen, un paso anterior al constructivismo, un comenzar por la mirada curiosa en derredor, descubriendo el movimiento y el color para suspenderlos en el aire, contenidos por andamios invisibles y liberados de toda rigidez por el hilo persistente de una poesía generadora de vidas y serenidades.
Elisa Roubaud

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