MONICA PACKER
De las veladuras a la luz
Es una etapa de luz para Mónica Packer, pintora,
escultora, grabadora. dueña hoy de un estilo que la define y una convicción que
la mantiene alerta a la vida y a su entorno. Desde los comienzos en 1978, con
el Maestro Félix Bernasconi, su paso por el taller de Guillermo Fernández y los
estudios sobre escenografía con Enrique Badaró, Packer ha sostenido una carrera
siempre ascendente.
Las etapas, en arte, son como las veladuras en pintura,
cuando capa sobre capa van instalando la experiencia que minuto a minuto las
manos sienten, acumulan, marcan, al trabajar la materia
El presente para Mónica Packer, tiene el color y la luz de
su nuevo taller. Rojos, amarillos, azules de la paleta de la artista. Luz que
entra generosa, atravesando puerta, ventanal y arcos de medio punto sobre el
frente, recortando el azul del cielo sobre otras casas de la Ciudad Vieja.
En el taller, hay silencio, luz, espacio. El contemplador
medita, goza, conversa si acaso, ante las diferentes dimensiones de pinturas,
collages, grabados en papel artesanal; o los candelabros (Janukiah) para nueve
velas, esculpidos en mármol travertino y sobre piedra laja.
Del callado hacer, emergen los signos, dando sentido también
silencioso a la organización que va tomando el plano. Son símbolo de tradición,
historia, espiritualidad; juegan su papel dirigiendo a la artista por caminos
misteriosos, hasta concretar y reconocer la plasticidad de la forma. El color,
sentimiento derramado, cubre y recubre fondos lisos y zonas donde el papel ha
sido expresivamente arrugado; luces artificiales, bien dirigidas sobre cada
pieza, revelan nuevas luces, en esa materia que es signo y símbolo de otras
realidades. Realidades que dan densidad a la obra, que comunican al contemplador
con el río que corre por debajo de aquellas piedras, revelando su rumbo, tal
vez hasta su origen.
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