Quienes se acercan a la obra de Mery Cazorla tienen el
privilegio de mirar y, al contemplar, dejarse invadir por una cualidad
intangible e indefinible en otro lenguaje que no sea el propio de la pintura.
En el silencio que sigue a la sorpresa del contacto con cada cuadro, surge la
música que es la armonía que los origina, los estructura, los envuelve. Armonía
que se transmite al contemplador y que sin duda debe haber nacido muy atrás,
cuando la madre de Mery tocaba el piano y esa “huella de la madre” que persigue
a todo hijo que la sigue, continúa iluminando hoy, este concierto de colores
con el que la pintora se descubre: vulnerable, sensible, apasionada.
Es la vida que pasa por la puerta de su casa. Cuando toma
apuntes rápidos, hábiles, expresivos de los escolares, como cuando escucha el
ruido con el que los jóvenes amanecen después del baile, o la monotonía de los
que despiertan para buscar algo que les sirva en los contenedores de basura.
Son “el día y la noche” con sus dos caras para la misma realidad. Decía Juan
Storm que no hay pintura sin poesía. Tampoco sin pasión, sin humildad,
dedicación, oficio, verdad.
Recorrer esta exposición es entrar en el mundo de la
artista, el más íntimo, desde donde se concentra para crear con lo que recuerda
o medita; de aquel que la obsesiona y
del que a veces puede liberarse, buscando la vida, el color, el espacio, en el
entorno natural. Mery Cazorla tiene un firme dibujo que le da alas para volar
alto, soltar la pincelada y crear con audacia la nueva realidad del cuadro, a
partir de algunos bocetos tomados al aire libre, o siguiendo las líneas que le
dicta su memoria. Libre, sí, por su autenticidad, por su experiencia, su poesía
y su pasión.
Realmente, es un privilegio para todo contemplador el
acompañarla en este nuevo recorrido.
Elisa Roubaud
MUSEOS DEL GAUCHO
Y DE LA MONEDA
BANCO DE LA REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY
MERY CAZORLA
Nace en Montevideo y en 1960 comienza a estudiar pintura con
su madre, la pintora rusa Esther Waksmacher. Estudia croquis y pintura con
Mercedes Gibernau (1978 a 1983). Integra el taller de Edgardo Ribeiro (1984 a
1988). Continúa pintando con Walter Nadal. Expone colectiva e individualmente
desde 1989. Sus obras están en Galería Latina, Galería La Matriz de Punta
Carretas Shopping y Galería Arte de Carrasco, en Montevideo, Uruguay. Su
Currículo se conserva en el Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales
(Parque Rodó, Montevideo, Uruguay)
Salas e instituciones en la Ciudad de Maldonado, Piriápolis
y San Carlos, el Espacio Latinoamérica Arte de Buenos Aires y el Paso das Artes
de San Pablo, han recibido obras de Mery Cazorla para difundirlas a otros
públicos.
Mery Cazorla ha sido elogiada por el lirismo intimista que
sabe imprimir a las naturalezas muertas; por el acierto del color en pinceladas
cortas a la manera impresionista, o en la mancha que se extiende formando
planos que se organizan en la composición dando lugar a nuevos espacios,
originados por la propia figuración; por la fuerza, en fin, de sus trazos y la
veracidad que estos adquieren para los retratos. Cualidades que se aprecian en
esta retrospectiva que permite transitar con la artista por distintas etapas de
su producción, entre ellas y una de las más felices, la de los músicos.
Cazorla evoluciona actualmente hacia una obra signada por el
misticismo, en la que el gesto transforma el anterior dramatismo, medido y
contenido, en un expresionismo libre para la representación de temas bíblicos.
Apoyada en el rigor de su dibujo, Mery Cazorla suelta sus colores al tomar
instantáneas de la vida cotidiana. Ya sea con la idea, el gesto o el color, la
artista propone una visión espiritual del entorno y del más allá, y crea con
ello una comunicación directa con el contemplador.
Elisa Roubaud
MERY
CAZZORLA, pintora, Montevideo, Uruguay
VIDA
– MUSICA – PINTURA
Hija
de la pintora y música rusa Esther Waksmacher, Mery aprendió muy naturalmente
junto a su madre los fundamentos de la armonía y en ellos ha sostenido la
fuerza del concepto que guía la poesía de sus pinceles.
Si
los primeros estudios datan de 1960, esta artista continuó perfeccionando
dibujo y pintura con Mercedes Gibernau y con Edgardo Ribeiro; pintó con Walter
Nadal y expuso en todas las colectivas de su taller. Su carrera se fue concretando
paso a paso, con una seguridad que la caracteriza en todas sus actitudes
personales, mezcla de intuición y disciplina en el oficio.
Sus
primeras exposiciones individuales fueron en 1991, en el Instituto del Libro y
en el liceo de San Carlos, departamento de Maldonado. Al año siguiente Mery
Cazzorla daba un paso importante colgando su obra en la Galería Moretti,
valorada por el ojo avizor de Julieta Moretti, quien sabía descubrir los
valores emergentes y ponía su espacio al servicio de su evolución. Año tras año
han continuado las exposiciones de Cazzorla en galerías y museos del Uruguay,
en el Espacio Latinoamérica Arte de Buenos Aires, 1995; y aquel mismo año en el
Paso das Artes de San Pablo, Brasil.
¿Cómo
pinta Mery Cazzorla? Un lirismo intimista envuelve sus naturalezas muertas; con
pinceladas cortas, a la manera impresionista, entona el color; sus retratos
tienen la fuerza de la veracidad. Hay un mundo propio que estimula su creación.
Lo pintado resulta expresión latente del ensueño que genera las imágenes; estas
surgen, afirmadas en el concepto de que la pintura es pintura en sí: no se
trata de repetir una realidad exterior sino de encontrar la forma para dar vida
a visiones interiores que aquella realidad circundante provoca en el alma del
artista. Cada vez más libre en sus pinceladas, Mery Cazzorla borra los límites
de los contornos de la figuración tratada, convirtiendo el acto plástico en una
muestra de expresión gestual. Las
manchas que resultan de tal libertad no escapan, en su espontaneidad, a la
estructura del cuadro. Lejos de responder a una improvisación son la muestra de
su oficio, el cual le permite una mayor libertad frente al plano. La atención
de Mery Cazzorla se puede entonces concentrar en verdades más profundas y
subjetivas. El contemplador advierte tal interioridad que se manifiesta y
descubre en trazos firmes, entonados y
sueltos, dejando al aire las raíces de una sensibilidad trabajada para poder
expresarse en la musicalidad del color. Elisa Roubaud
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