sábado, 13 de julio de 2019

Flo Rodrigo

C.V. Rodrigo Fló

Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1954.
EXPOSICIONES INDIVIDUALES: 2002. Sala de Arte “Carlos Federico Sáez”, M.T.O.P., Montevideo, Uruguay. 2000: Museo Torres García, Montevideo, Uruguay. 1999: Centro de Artistas Plásticos, Montevideo, Uruguay. 1996: Instituto Goethe, Montevideo, Uruguay. 1995: Facultad de Humanidades, Montevideo, Uruguay. 1991: Museo de Arte Contemporáneo, Montevideo, Uruguay. 1985: Galería Fantoches, Caracas, Venezuela. 1984: Galería Viva México, Caracas, Venezuela.
PREMIOS/BECAS: 1997 Beca Studio Camnitzer, Valdottavo-Italia. 1995: Premio, “I Certamen Imágenes de Latinoamérica”, Caracas Venezuela. 1989: Premio, “XXXVII Salón Municipal de Expresión Plástica”, Montevideo, Uruguay. 1989: Premio “Concurso Interamericano de Affiches, OEA”, Washington, EE.UU. 1989: Mención “Salón de Grabado y Acuarela”, Banco República, Montevideo, Uruguay.
EVENTOS INTERNACIONALES: 2001, “Osaka Trienale 2001”, Osaka-Japón. 2000, Bienal de Grabados del MERCOSUR, Buenos Aires, Argentina. 1996, “Xbienal Iberoamericana de Arte”, Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, México. 3ª. Triennale Mondiale D’Estampe de Petit Format, Chamalieres, Francia. 1993, “20th. International Bienal of Graphic Art”, Ljubljana, Eslovenia.

EXPOSICIONES COLECTIVAS RECIENTES: 2001, South Art, Miami, USA. Museo Juan Manuel Blanes, Montevideo, Uruguay. Molino de Pérez, Montevideo, Uruguay. 2000, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay. 1998, Museu do Trábalo, Porto Alegre, Brasil. 1997, The Tire Shop Gallery, Raleigh, EE.UU.
FLO, HONTOU, MENDIZABAL, SANDLERIS

 Del contacto personal y enriquecedor que el grupo mantiene en su relación de amistad, surge el diálogo que las obras continúan, expresado por un lenguaje plástico particular en cada caso, librado con total independencia de medios creativos, aún cuando los artistas se hayan impuesto la disciplina de crear para un formato único de 70 x 70 centímetros, sobre bastidores de tela, aportando seis obras cada uno. El resultado es una muestra cuyos valores se destacan aún más en la comparación de las diferencias y en la que ciertos puntos de contacto permiten descubrir el compromiso que une a los cuatro artistas con el arte de su tiempo y de su lugar.
La huella de la escuela del Maestro Joaquín Torres García se advierte en la estructura y en la tonalidad de los cuatro artistas, quienes con distintas paletas, priorizando ora el color, ora la forma, la imagen o el ordenamiento, coinciden en integrar texturas y materiales en composiciones que invitan al espectador a detener su mirada, porque están, porque son. La cifra que articula este punto de encuentro es tal vez la búsqueda de la armonía, en pos de la cual los artistas evitan el desborde de su expresión y, al ordenarse en el plano propuesto, consiguen el juego de relaciones que seduce y conduce a la comunicación silenciosa, misteriosa, profunda, con el contemplador.
Rodrigo Fló (Montevideo,1954), consigue en esta entrega mayor densidad e intensidad de color. Un color que se sintetiza en formas definidas para estructurar composiciones equilibradas, afirmando con ello su interés por “...ese juego de la forma que se anima”. Y es que toda la composición se anima por la gestualidad característica de este pintor, al cubrir planos de color que se entrelazan íntimamente en un tejido de expresión abstracta, en la que intervienen signos y en la que cada elemento ocupa su espacio en el concierto musical de relaciones a la vez sueltas y medidas, contenidas, expresivas. El color de  Fló parece haber madurado, haberse convertido en estructuras en las que, lejos de estallar, se localiza definido y profundo.
Fermín Hontou (Montevideo, 1956), firma “Ombú” las caricaturas que ilustran artículos publicados en los periódicos montevideanos Brecha y El País Cultural. Centrado en la imagen, que tanto puede exaltar como negar la realidad, Hontou se aparta de la representación satírica de los personajes de la noticia, para incursionar en un arte plano que hunde sus raíces en los antiguos ritos de Dionisos, en las ceremonias religiosas de los pueblos primitivos y en los modernos carnavales: las “máscaras” de Fermín Hontou no esconden, sino revelan. Son la excusa para descomponer rostros formados por elementos tomados de la realidad y que no son representativos de los verdaderos rasgos humanos. Crea así, con marcada influencia del cubismo y del surrealismo, un lenguaje nuevo para manejar la imagen. Con una paleta alta pero no brillante, entonada en el blanco de los colores, sorprende al espectador con una gran libertad formal. Marcelo Mendizábal (Montevideo, 1956), trabaja el soporte arrancándole texturas inesperadas, mediante incisiones, frotados; o enriqueciéndolo con aguadas, encolados, costuras, arenas, tierras, que se mezclan y se definen con demorado oficio artesanal. Lo primigenio, el misterio del origen de la vida, la oposición y atracción de los sexos, lo simple y lo trabajado y decantado, la diferencia y el contraste que se traducen en el nacimiento o en la aparición de un nuevo ser, son ideas y sensaciones que laten en cada una de sus obras, son resortes que mueven y estimulan su creatividad. En esta entrega se advierte la misma sensualidad de la materia, los colores pardos entre los que brilla algún naranja o rojo profundo que surge para ligarse al ocre, al negro, a los grises, que son los colores naturales de la tierra, donde todo nace y renace, a la que vuelven los restos antes de convertirse en nuevas semillas. Mendizábal siembra en el espacio propuesto con sentido de la ortogonalidad, buscando descubrir, tal vez en el ordenamiento de las formas en un todo concebido como tal, el hilo conductor hacia otras formas de asociación en las que la materia animada, espiritualizada, convertida por obra de la manualidad, tome rumbos inesperados, para volver a la sorpresa inicial. En estas obras se define más claramente el sentido de construcción, sin que por ello se resienta la poesía de una actitud artesanal y meditada frente a los elementos trabajados que constituyen la materia plástica del cuadro.
Analía Sandleris (Montevideo, 1958), es coherente con su producción anterior, si bien evoluciona francamente hacia una geometrización en la que las figuras se insertan más contenidas, armonizadas. Tenue en el color cuando la gestualidad la lleva a diluirlo en el espacio, Sandleris ahonda en sus posibilidades y pasa de los grises al rojo oscuro, en la más lograda de sus obras. Las formas se desdibujan por ese gesto que conduce a un mayor grado de abstracción. Los colores se mezclan por veladuras e insistencias de la artista que vuelve una y otra vez sobre la forma inicial, hasta cubrir de sorpresas la visión de una paleta baja de ocres, rojos, negros, que contrastan sobre fondos grises, grises azulados, blancos, apastelados. Contrasta también la ortogonalidad que se percibe en los fondos con la libertad de las pinceladas que cubren, con una capa formal y decisiva, las formas ya animadas de estas composiciones. La valija está presente como forma en todos los animales que son tema de esta serie. Continente y contenido sugieren al contemplador el cambio, la posibilidad de diferentes miradas para una misma realidad. La palabra escrita adquiere valor plástico: se inscribe, y valga la redundancia, en esa infinita gama de posibilidades que ofrece la realidad, utilizando sus elementos de una u otra forma. El color canta en todas las obras, ensombrecido.
Elisa Roubaud

PROYECTO CUATRO ARTISTAS

“Proyecto 4 artistas” de los uruguayos  Rodrigo Fló, Fermín Hontou, Marcelo Mendizábal y Ana Lía Sandleris es el resultado de una adaptación de estos artistas a la realidad cultural y económica de la modernidad, sin afectar por ello la voluntad personal de expresión y la universalidad de los valores plásticos, manifiesta en cada una de estas creaciones.
Desde vertientes diferentes en el sentido de atender antes al dibujo y a la línea en el caso del caricaturista Hontou; a la estructura y al color, en las obras de Fló; a las demoradas texturas que aluden a conceptos fundamentales del ser, en la creación de Mendizábal; a la expresión de una figuración distorsionada y contenida de la que hace gala Analía Sandleris, estas obras se pueden inscribir dentro de un abstraccionismo gestual, propio del tiempo presente.
A la vez, el hecho de reunirse para exponer en el exterior está demostrando la docilidad de los artistas a una situación creada, entre otras razones,  por el incremento de las comunicaciones que la tecnología de la informática ha impulsado. La suya es una respuesta a las exigencias de un mundo envuelto en la gran red, situación que permite elegir los lugares más adecuados para la comercialización de las obras.
Esta respuesta de los artistas ha debido sortear múltiples dificultades de organización, abriendo un camino nuevo, tramitando una salida en conjunto del arte uruguayo, con el sentido de exportación de la cultura a través de los valores universales de la pintura. Podría decirse que Fló, Hontou, Mendizábal y Sandleris son los curadores de sus propias obras. Los creadores se han hecho responsables de la selección de la muestra y viajan con ella, comprometidos en ampliar su radio de influencia fuera de fronteras.
Al acompañar este envío con un juicio crítico, corresponde hacerlo en cada caso particular, en atención a la diversidad que tan bien se asocia cuando las obras se presentan en conjunto. Hay tal vez una gestualidad que las envuelve, a la manera de una tonalidad general que ligara los distintos elementos de una misma composición. Esta suerte de asociación de las obras, permite el juego de contrastes en función de su valoración individual.
La prevalencia del gesto habría que rastrearla, llegando a la posible influencia del expresionismo abstracto, corriente heredera de la semilla de libertades sembrada por el Impresionismo, la lección de Cézanne, el Cubismo y la Abstracción. Desarrollada en los Estados Unidos esta corriente es parte de la evolución del arte moderno y en Uruguay se encuentra con la influencia de la estructura, la composición y el tono preconizados por Don Joaquín Torres García, limitando desbordes y dando así, gracias a esta conjunción que apunta a la universalidad por el signo y el símbolo, un perfil propio y definido a los representantes del arte nacional.
El color impacta como un estallido que se ordena dentro de cada estructura abstracta en las obras de Rodrigo Fló. La mirada del contemplador se sorprende y se deleita recorriendo laberintos que, tal es su característica, llevan a un núcleo donde parece concretarse u originarse la idea del artista. La percepción sensible de estas pintura es directa y avasallante, su armonía se impone en el orden de signos que se repiten, como palabras de un lenguaje original del artista.
Fermín Hontou, por la vía de la caricatura, de la linea que ahonda en el sentido para expresarlo con humor, entra en un mundo imaginario, cercano a lo mitológico. Lo hace con precisión de oficio y con una sonrisa que desborda los límites de la figuración propuesta, dejando una estela de originalidad detrás de cada historia planteada que el contemplador debe terminar con su propia imaginación. Una actitud muy propia del arte moderno, en la que quien mira debe estar involucrado en la obra hasta terminarla en la significación que tiene para quien la recibe y la interpreta.
Los caminos de Marcelo Mendizábal son demorados, por el goce sensible del trabajo artesanal de sus manos con la materia utilizada y por la profundidad filosófica que está en el origen de estas creaciones. De los escritos de Bachellard, su teoría referida a “la mirada palpante”, se convierte en realidad frente a estas obras que la demandan del espectador, cuando descubre texturas que incitan al tacto. Y también en el origen de estas creaciones está la idea de inicio, de semilla, principio de la vida. Minucioso, paciente, voluptuoso en su propuesta casi minimalista, este artista trabaja al mismo tiempo fondo y figura, alterando uno en función de la otra, creando un diálogo de plasticidad en la que, curiosa y acertadamente, austeridad y buen gusto se dan la mano. Algo poco frecuente, cuando se trata de evitar lo decorativo.
En las obras de Ana Lía Sandleris, soluciones zoomorfas crean las manchas cálidas, palpitantes, creíbles y sensibles para el contemplador.  Aún bajo la distorsión que sufra cualquier modelo inicial, es en la universalidad de la forma que sintetiza la realidad y generaliza por el signo y el color, que Ana Lía Sandleris despierta la mirada a un mundo distinto, concebido por la artista en una nueva realidad plástica. Estas manchas, así presentadas, se extienden por todo el espacio con una paleta muy baja y algún destello de color. Son los matices de grises, el negro, los depositarios de una armonía suave y profunda, inmersa en el mundo de los sueños.
Elisa Roubaud

  Rodrigo Fló (Montevideo,1954), ha realizado exposiciones individuales en la Galería Viva México de Caracas (1984), Galería Fantoches, Caracas (1985), Museo de Arte Contemporáneo de Montevideo (1991), Facultad de Humanidades, Monevideo (1995), Instituto Goethe, Montevideo (1996), Centro de Artists Plásticos, Montevideo (1999), Museo Torres García, Montevideo (2000), Sala de Arte Carlos F. Sáez del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, Montevideo (2002). Ha participado en exposiciones colectivas desde el año 1997 en The Tire Shop Gallery, Raleigh, EE.UU.; Museu do Trábalo, Porto Alegre, Brasil en 1998; Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, 2000; Museo Juan Manuel Blanes, Montevideo, 2001 y en el mismo año en la galería South Art de Miami, Estados Unidos.
Mereció una Mención en el Salón de Grabado y Acuarela del Banco de la República (1989); Premio Concurso Interamericano de Afiches, OEA, Washington, EE.UU. (1989); Premio XXXVII Salón Municipal de Expresión Plástica, Montevideo (1989); Premio I Certamen Imágenes de Latinoamérica, Caracas (1995); Beca Studio Camnitzer, Valdottavo, Italia, (1997).
En 1993 concurrió a la 20th. International Bienal of Graphic Art, Ljubljana, Eslovenia; en 1996, a la 3e Triennale Mondiale d’Estampe de Petit Format, Chamalieres, Francia y a la X Bienal Iberoamericana de Arte, Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México; en 2000, a la Bienal de Grabados del MERCOSUR, Buenos Aires; en 2001, a la Osaka Trienale 2001 de Osaka, Japón.
Rodrigo Fló progresivamente consigue en cada entrega mayor densidad e intensidad de color. Un color que se sintetiza en formas definidas para estructurar composiciones equilibradas, afirmando con ello su interés por “...ese juego de la forma que se anima”. Y es que toda la composición se anima por la gestualidad característica de este pintor, al cubrir planos de color que se entrelazan íntimamente en un tejido de expresión abstracta, en la que intervienen signos y en la que cada elemento ocupa su espacio en el concierto musical de relaciones a la vez sueltas y medidas, contenidas, expresivas. El color de  Fló parece haber madurado, haberse convertido en estructuras en las que, lejos de estallar, se localiza definido y profundo. E.R.









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