SANTOS OSMAR. (Datos que figuran en una carta de Osmar
Santos a Elisa Roubaud, año 2017)
… Posteriormente a la
presentación del libro, la Intendencia de Rivera alquiló un local céntrico, una
vieja casona que se demolió y en ella construyeron un amplio salón para un
supermercado que nunca se instaló.
En el año 2011 me jubilé y
asumió como nuevo director del museo de artes un ex alumno, Hugo Lago médico
jubilado y pintor, quien ha continuado por el camino ya iniciado.
La tarea que desarrollé fue,
entre muchas otras, formar un acervo partiendo de cero, con obras de pintores
riverenses, nacionales y extranjeros solicitándoles donaciones. Organicé
decenas de exposiciones, charlas, etc. etc. Fue desarrollado durante años un
proyecto de visitas de niños con sus docentes. Se editó un boletín durante
varios años que se enviaba a todo el país. Se hizo un inventario de obras,
muebles y otros objetos, todo documentado en libros, todo informatizado. Una
biblioteca de arte, totalmente indizada y fichada de acuerdo a normas
bibliotecológicas. Y un sinfín de cosas grandes y chicas que se realizaron a
través de los años.
Cuando me correspondió entregar
el museo al nuevo director ya estaba todo hecho desde el punto de vista
museológico, menos la adaptación del nuevo local con mamparas, iluminación,
y otros aspectos. Es a lo que se está dedicando Hugo Lago, sin descuidar
las exposiciones y el trabajo sistemático con niños escolares.
Por más de cincuenta años me
dediqué al proyecto Museo para Rivera. Paralelamente fui docente en secundaria,
escuelas de artes de Rivera y de Livramento, dibujé y pinté como lo he hecho
desde siempre.
Me dediqué a la arqueología de
campo investigando y publicando informes. También a la malacología
coleccionando, investigando y publicando. Me ayuda a distender la tensión del
día a día.
Así como fundé el museo también
tuve oportunidad de fundar la Escuelita de Arte Infantil, la que funciona sin
interrupciones desde entonces. Hoy en manos de la hija Alicia y de Alejandra
que es una de mis nietas, y otras profesoras contratadas.
En Sant’Ana do Livramento fundé
una escuela de artes, de la que fui director y docente por más de treinta años.
Así como también fundé el Museo de Arte de ASPES, Asociación Santanense
pro Enseñanza Superior.
Las cuatro instituciones han
tenido y tienen incidencia en la elevación de la sensibilidad colectiva
respecto a lo cultural en esta frontera Rivera-Livramento de corte tan
mercantilista.
Cuando tenía talvez unos once o
doce años se reunían en casa compañeros de la escuela, primos y niños vecinos y
en una mesa grande en el patio los enseñaba a dibujar cuerpos humanos y a
tallar pequeñas esculturas en piedra arenisca de la zona. Creo que ahí nació la
vocación docente.
Tuve tres tías hermanas de mi
madre que fueron maestras. Esther me incentivó desde muy pequeño, poco más de
un año a rayar con varias técnicas propias para la edad, porque según me
contaron ella veía que me acostaba de barriga sobre las baldosas amarillas de
la baranda y con un lápiz intentaba hacer monigotes.
Otra de las hermanas, Elisa,
cuando aprendí a leer me prestaba libros de arte, tenía varios, y su esposo me
permitía dibujar en la mesa donde el hacía planos para la oficina de catastro.
Con aquellos libros y revistas
me pasaba horas observando las láminas. Intentaba pintar con aquellos colores
que no eran tan saturados. Más bien neutralizados, pero cómo? No existía
en Rivera ninguna escuela de enseñanza artística ni pintores. De tanto insistir
empecé poco a poco mediante mezclas a acercarme a lo que deseaba,
hasta que llegué a la verdad pintando con acuarelas una cabeza de mujer.
Había llegado al tono. Todos los días 1º de enero y 22 de junio dibujo o pinto
algo. Esta última fecha es la del día que cumplo años. En esa cabeza de mujer,
debajo de la firma escribí la fecha: 22.VI.1949. Estaba cumpliendo 15 años.
En 1951 un pintor de origen
austríaco, Rodolfo Seinwells se instaló en Rivera y fundó la Escuela de Arte
Pictórico. Con él estudié hasta que fui a estudiar a Montevideo a mediados de
1952.
En la capital estudié
profesorado en el IPA y de noche pintura en la Escuela Nacional de Bellas
Artes. Me recibí a fines de 1956 y volví a Rivera con muchas ideas para
desarrollar. La estadía en Montevideo estudiando y visitando exposiciones,
museos y talleres fue un disparador importantísimo que me condicionó para
dedicarme a lo propio y a lo colectivo a la vez.
Jubilado igualmente continúo
asesorando sobre temas artísticos, especialmente a alumnos liceales y de
profesorado que me lo solicitan. Y recibo visitas de grupitos de niños con
maestras o practicantes de la escuela que funciona frente a la casa donde vivo.
Desean que les explique por qué pinto “así”.
En lo concerniente al arte
digital, lo empecé a desarrollar en 1995. Al principio con figuras que
transformaba o adaptaba a composiciones. Pero me dije un día; “Porqué estoy
haciendo la figura partiendo de fotos o imágenes. Eso lo puedo hacer con
pinceles y todos los materiales que se usan en la pintura. Esto es otra cosa,
otro lenguaje”. Y comencé a investigar cómo crear obras digitales solamente con
el computador, sin imágenes agregadas. Y llegué partiendo de un simple pixel y
una línea. Lo que me permitieron hacer los programas usados me entusiasmó de
tal manera que casi me olvido de la pintura. Adopté la forma abstracta como
meta en cada realización y colores saturados. Poco después comencé a usar un
programa de fractales. Volví a las matemáticas. El programa permite modificar
formas alterando los valores numéricos de las ecuaciones. Al comienzo se me
evadían las formas y no conseguía lo que buscaba. Hasta que lo logré y con un
dominio mayor de las herramientas informáticas los empecé a realizar con
mayor seguridad de llegar a lo pensado. No les pongo título. Llevan el
número de obra y la fecha nada más. Opus 402, por ejemplo.
Respecto a la fotografía me
acompañó siempre. Cuando cumplí doce años mis padres me regalaron una cámara
Kodak. Aún la conservo. Y de ahí en adelante no paré. Durante unos años instalé
en casa un laboratorio para revelar en blanco y negro. He fotografiado con
varios tipos de cámaras. Y ahora le agregué la del celular. En 1995 hice un
viaje a España y Portugal solamente para descansar y fotografiar. Como persona,
me considero uno más en el rebaño. No hago distinciones. Soy muy tranquilo,
nunca tuve ni tengo enemigos. Nunca fumé, nunca me atrajo el alcohol y tampoco
tomo mate. Según la esposa de un amigo, por todo eso debo ser “una persona muy
aburrida”. No tengo tiempo para aburrirme. Tengo dos hijos que se acercan a los
sesenta de edad, Alicia es docente y grabadora y Eduardo dibujante de planos de
campo y ciudad, además de ser un técnico en informática. Hace treinta años
falleció mi esposa, madre de ambos. Con posterioridad me casé dos veces, y del
último matrimonio tengo un hijo de doce años, Ernesto. Está en sexto de
escuela. Modela esculturas con arcilla con creaciones acordes con la edad. Ha
intervenido con éxito en varios torneos de ajedrez. Toca el piano, está en
quinto del Conservatorio. Y juega al fútbol como golero. Qué será en el futuro,
solo él sabrá. Por la edad que tengo, 83, no lo voy a ver. Tengo cuatro
nietos y siete bisnietos. La mayor va a cumplir 18 años. Si me descuido, en
cualquier momento puedo llegar a ser tatarabuelo. Sonrisa
Elisa, creo que interpretando
tu pedido, he escrito muy sintéticamente lo que he realizado y cómo vivo, cómo
soy, en fin, una auto radiografía como hombre y artista.
OSMAR
SANTOS
“Un hilo representa la distancia del pasado el
presente y el futuro.”
Francisco Ignacio.
Seres esenciales, esos que son purificada verdad
sin apariencia, pueblan el lenguaje plástico de Osmar Santos. Síntesis de una
filosofía de pintor que tiene que ver con la búsqueda de la verdad de las
cosas, y con el propósito de verlas como son, no como se nos presentan. Seres
esenciales que resumen la búsqueda plástica de su propio lenguaje.
Comunicación, y a la vez agua purificante que despierta el deseo de releer la
cotidianeidad, haciendo conciencia de que en la esencialidad,
reside la verdad del SER.
SOY, y por ello se me está permitido crear,
desarrollar, construir, destruir, modificar, accionar. Pero este permiso
en la esencialidad del hombre, no es nada más que impulso positivo, para la
realización positiva, que se mide simplemente en la relación de mi persona con
otra persona, de mi persona con el entorno, de mi persona con los seres que lo
habitan, de mi persona con las cosas a las que doy valor o desvalorizo.
El ser esencial es aquél que ha descubierto
la imponencia de su humanidad y el bien que ontológicamente la guarda; por eso
incorporando la sombra se ha vuelto creador, es decir reflejo de la VERDAD que
ennoblece y dignifica.
Los artistas, vuelvo a repetir, LOS ARTISTAS,
llegan a esa esencialidad que se da en la integración de su “humanidad” con la
expresión que se muestra, despojada ya de todo compromiso que no sea decir lo
que se vive, pensar lo que se dice, vivir lo que se piensa. La verdad se
vuelve expresión y nace así la obra de arte. Después viene todo lo demás…
Osmar Santos nos lleva a un mundo de realidades,
donde el abecedario se ha vuelto color, entonces descubrimos su planteo, su
visión de las cosas, su interioridad desnuda de toda afectación posible.
Amalgama los colores con la
preocupación primera, buscando la estética como la frase que sin rebusques da
la idea acertada y sabe bien que para poder llegar a ella no hay una fórmula
sino un eterno empezar en el largo y experiente camino recorrido.
Por eso sus realizaciones son
siempre nuevas, nacidas en el instante que insta a la búsqueda y se empecina
hasta lograr el acorde final, donde el reflejo de lo pensado y lo realizado se
ha vuelto tangible.
Seres esenciales, hombres cargados de una
metafísica que no se distancia sino que se interioriza en cada uno de nosotros,
desertándonos de este mundo aparente, a un mundo real que parece imaginario, y
abriéndonos a un desafío imperioso donde todo toma su verdadero valor y se
relativizan los iconos prefabricados, para que podamos mirar desde la
verdadera realidad “LO ESENCIAL, que ES INVISIBLE A
LOS OJOS”.
Ramón
Cuadra Cantera.
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