sábado, 13 de julio de 2019

Kimelman Nora

NORA KIMELMAN
Nace en Montevideo en diciembre de 1949.
Su formación plástica comienza en 1981, con Félix Bernasconi y Alicia Pascale. Luego estudia con Osvaldo Paz, Cléver Lara, Nelson Ramos y Guillermo Fernández.
También concurre a la Escuela Nacional de Bellas Artes, ingresando en 1985, y egresando en 1992. Participa en más de 30 muestras colectivas, entre las que se destacan Sala Vaz Ferreira, Ministerio de Educación y Cultura, Ministerio de Transporte y Energía, Museo Mazzoni, Alianza Cultural Estados Unidos de América, Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de La Plata, Centro cultural de la Costa de Vicente López (Argentina).
Realiza más de una decena de muestras individuales, entre las que se destacan, el Museo del Gaucho y la Moneda, Molino de Pérez (Asociación de Pintores y Escultores de Uruguay), Espacio Cultural la Spezia.
Recibe algunos premios y distinciones, como el primer premio en escultura del Sindicato Médico del Uruguay, premio a la creatividad en Galería del Patio, seleccionada en premio Something Special y premio Batuz.
Sus obras se encuentran en colecciones privadas de Uruguay, Argentina, Estados Unidos, Israel, Méjico y Suecia.

Nora Kimelman encuentra piezas que la incitan a la creación a través del ensamblaje, la pintura, los lustres y pátinas. En su taller tiene un “bosque de esculturas” que son el resultado del juego con partes de barcos que la artista combina hasta conseguir una armonía que devuelve la dignidad de objeto organizado en todas sus partes a los trozos abandonados, que otrora fueron parte útil y que habían sido desechados por el desuso.
Nora crea una nueva forma de utilidad plástica, siguiendo los dictados de las piezas trabajadas y los de su propia creatividad. Hay así una simbiosis resultante de los vestigios del pasado que la artista respeta en el material que trabaja, lo que agrega y ensambla enriqueciendo las piezas originales en su nueva forma de composición y los colores y lustres que sabe arrancar sin interrumpir el diálogo con aquellas otras zonas, en las que la rusticidad original es mantenida, porque también funciona.
Kimelman ha aplicado su talento a la creación de lámparas y a la escultura en cerámica para tratar la figura humana, piezas en las que campea el amor y la ternura aún cuando sea la abstracción y el despojamiento la característica más sobresaliente de su quehacer.

Elisa Roubaud

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