EMA DELGADO
Mirar pintura es despojarse, tambien de uno mismo,
intentando penetrar el misterio de la obra, su alma. Puede surgir durante la
contemplación el riesgo de buscar apoyos en experiencias anteriores que, con
verdad o con error, liguen esa pintura a las influencias que puedan aparecer en
su origen. En el caso de Ema Delgado, sabiendo que es uruguya, nacida en San
José y conociendo su amplia, fructífera trayectoria en el mundo de las artes
durante treinta años de participación activa en el Instituto Histórico Cultural
y museo departamental de San José, cuesta no ceder a la tentación de preguntar
y responderse uno mismo sobre a quien debe la artista esa cualidad de fuerza
aterciopelada que la distingue. Porque si bien las exigencias de estructura y
de tono tan características de la escuela de Don Joaquin Torres García se
presentan claras en la pintura de quien trabajo bajo la dirección de Dumas
Oroño en el taller de expresión plastica infantil del Museo de San José, en
cada obra los matices, sonidos afinados de tan infinita variación,
convierten escenas del campo o de la
ciudad, en experiencias únicas, de renovado descubrimiento, durante el
recorrido que cumple el contemplador de esta exposición colgada en La Colmena
(Maldonado 2182), hasta el próximo 10 de julio de 2007.
La paleta de Ema Delgado es aparentemente uniforme gracias a
la unidad de un probado oficio y una perfecta entonación, mas permanentemente
depara sorpresas, algun brillo de blanco o rojo, equilibrando zonas mas densas
de veladuras donde la mirada pide perderse en la profundidad del color. La
figuración sostiene estas sueltas pinceladas que marcan con fuertes lineas de
contornos una estructura nunca estatica, porque en los campos quietos se
sienten pasar los vientos y en las calles ciudadanas palpitan las luces y la
vida de los hombres. Todo parte de la realidad tantas veces vivida y esta vez
(durante el recorrido) sentida por la artista, en cualquier lugar del interior,
pueblo, mar o bosque. Sin duda es reconocible la niebla que tamiza los colores
en el paisaje uruguayo; la luz que ilumina desde atrás, convertida en
resplandor que se derrama sobre toda la superficie del cuadro; la presencia
humana que se inserta en estos espacios, porque tanto cuando se ha dibujado
como cuando sus lineas no se distinguen, alli esta, presentida en palidos y
calidos resplandores, apenas encendidos, apagados por el silencio que impone
tal equilibrio formal.
Los ritmos dan a las escenas ciudadanas una cuota de
surrealismo que en la pintura de cerros y pastos cobra la realidad de un sueño.
Ema Delgado no pinta “en” la luz, sino “con” la luz. La figuración es el
pretexto para librar un mismo canto al tono y al equilibrio de su pintura. Tal
nivel de expresión plastica solo puede darse cuando el dibujo que lo motiva y
lo contiene es tan probado y expresivo, como firmes y libres resultan sus
lineas. Lineas expresivas durante su curso en los retratos e igualmente
comunicadoras en el volver y volver a pasar, cubriendo zonas, dejando adivinar
miradas que, apenas sugeridas, pueden atravesar tambien los cristales de los
lentes del modelo.
Tambien estudio esta pintora con Daniel Perez Acosta, en San
José y paso por los talleres de Walter Nadal y Raul Rial en Montevideo. Si bien
durante tantos años su mirada tuvo el privilegio de contemplar la pintura del
Museo de San Jose, organizar y difundir las obras de artistas nacionales en
exhibición, es la mirada interior de la artista la que predomina en el misterio
de su color denso, acendrado, velado, matizado, trabajado con un sentimiento
que lo anima y que atrae al contemplador hacia mayores profundidades que
trascienden lo pintado. Elisa Roubaud.
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