sábado, 13 de julio de 2019

VIERA SERGIO

SERGIO VIEERA EN EL MUSEO NACIONAL DE ARTES VISUALES.
DENSA Y CONMOVEDORA ES LA ESPIRITUALIDAD QUE ENVUELVE AL CONTEMPLADOR DESDE LA ENTRADA A LA SALA GRANDE DEL PRIMER PISO EN EL MUSEO NACIONAL DE ARTES VISUALES. ESTA PRIMERA SORPRESA , IMPACTANTE, ESTREMECEDORA, SE TRANSFORMA SUAVEMENTE EN UNA PLACENTERA MEDITACION DURANTE EL TRAYECTO QUE SE RECORRE ENTRE PINTURAS, ALGUNAS ESCULTURAS, DOS MURALES QUE RESUMEN, LLEVADAS A GRAN ESCALA, LAS CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA DE SERGIO VIERA.LOS COLORES BAILAN EN UNA ABSTRACCION QUE MANTIENE SUS SIGNOS EN PERFECTA ARMONÍA HACIENDO DE CADA ESPACIO UNA REALIDAD OTRA, AUN CUANDO SE PUEDA RECONOCER EN SU GEOMETRIA AVASALLANTE, TAL ES EL CASO DEL GRAN MURAL DE UNA PARED DEL SALON, LA SENSACION LIQUIDA DEL OCEANO DONDE UN TIBURON SE DIVIERTE CON LAS OLAS. EL ESPECTADOR PUEDE ENTRETENERSE FRENTE A CADA UNA DE ESTAS OBRAS SIN RECURRIR A UNA FRIA INTELECTUALIDAD PARA PODER AQUILATARLAS Y COMPRENDERLAS, SENTIRLAS. LA FINEZA DEL COLOR, LA EXACTITUD DEL DIBUJJO, LA PUREZA DE LAS FORMAS NATURALES COMO RAMAS TRABAJADAS Y LAS ESCULTURAS ENTRE LAS QUE SE DSESTACA UN BLOQUE DE PIEDRA TRABAJADO CON INCISIONES EN LA FORMA DE UNA TORRE IMAGINARIA QUE REMITE A LO INDIGENA DEL CONTINENTE AMERICANO, ASOMBRAN Y PIDEN SIESMPRE UNA MIRADA MAS PAARA PERMANCECER EN EL ALMA DE QUIEN MIRA.  UN PESCADO IMAGINADO SOBRE UN TROZO DE MADERA ES LA OBRA DE ARTE MAS FINA Y SENTIDA DE TODA ESTA GALERIA MONUMENTAL DONDE VIERA DESPLIEGA EL RESULTADO DE AÑOS DE ESTUDIO Y TRABAJO, ANGUSTIA Y ENTUSIASMO PARA PODER CREAR Y ENTREGAR AL MUNDO EXTERIOR LA ENTERA Y PURA FUERZA DE SU INTERIORIDAD EXPRESANDO UNA IDEA QUE CONSIGUE TRASMITIR CLARA Y DISTINTA: LO UNIVERSAL EN EL ESPACIO Y EN EL INTERIOR DEL HOMBRE SE DAN CON NATURALIDAD EN LA CONTEMPLACION DEL MUNDO EXTERIOR Y EN SU TRADUCCION ORDENADA Y MUSICAL, POETICA, SE CONSTRUYE LA OBRA PLASTICA. ELISA ROUBAUD


TALLER VIERA REVISITADO
Volver a la antigua casa rosada sobre la placita de Venezuela y Magallanes nunca se convierte en rutina, aunque ya pueda llamarse costumbre y se repita todos los miércoles desde mayo de 2002. Y aun cuando cada vez, como es mi caso, esa visita se cumpla desde el umbral de los caballetes, intentando penetrar en la obra sin perturbar a quien pinta, disfrutando del aura de este lugar, de la atmosfera creada en la suma del entremundo ali reunido Siempre todo resulta una sorpresa. 
Los artistas luchan y disfrutan, escuchan musica, a veces conversan y las mas estan silenciosos para poder encontrar dentro de si el impulso y plasmar en el blanco algo material y concreto de una realidad distinta que  perciben y necesitan expresar. Prudencia, admiración, respeto, curiosidad, dominan en la contemplación mientras  unos y otros consiguen encontrar, en la figuracion o en la abstracion siempre renovadas, esa  persistente canción que se repite idéntica para cada artista, muda y cantada por cada uno con los rasgos y colores propios.
Sergio Viera observa y es pensando y caminando que participa permanentemente en la evolucion de los trabajos; tiene el don de orientar con certeza en aquello que pueda solucionar problemas de construcción, de equilibrio de formas, el tono, sin jamas interferir en la obra que se esta gestando por la voluntad interior del alumno;  y poco a poco va surgiendo la claridad de la composición que se estructura con dibujo firme y después habra de transformarse gracias al color.
Con una mirada abarcadora se distingue la libertad aprendida y el esfuerzo individual que ha guiado la mano de los artistas. Las obras difieren notablemente entre si y solo se emparentan por un aire de solvencia, de solidez conceptual en cuanto a lo que es realidad, representación o pintura. Nada “se cae”, como se suele decir: el dibujo esta prendido del soporte, las formas se organizan y siendo todas las paletas distintas y todos los grados de figuración variados entre unos y otros, los pintores del Taller de Sergio Viera sin duda han comprendido que la buena pintura gana en el espacio su propia realidad y se instala y perdura como tal.  Para el juicio de la historia.
Elisa Roubaud.


EXPOSICIÓN DEL TALLER SERGIO VIERA
La diversidad de los trece expositores en busca de la abstracción, la armonía del tono y la equilibrada composición, podría ser la característica más sobresaliente de una muestra de alumnos de Sergio Viera en el taller de la calle Venezuela 1473, entre Minas y Magallanes.
Son ya trece pintores que marcan con su estilo una trayectoria de trabajo, el resultado de una disciplina. Son trece expresiones personales de cada artista que elige el tema y la forma en que habrá de tratarlo, culminando en cada caso con un perfil definido que los identifica. A estos perfiles individuales se suma la mirada general a todo el taller, instalado en una antigua casa de la Aguada, cuyo carácter tanto en las habitaciones donde se pinta, se conversa, se estudia y se cambian ideas todos los miércoles de tarde, como en las áreas comunes y a cielo abierto, se respira libertad y respeto, espacio para todos y una contención dada por la fuerza del grupo que se reúne puntualmente desde hace casi diez años.
En la diferencia que marca el carácter de cada artista se lee la buena orientación del profesor Viera, permitiendo que se haga buena pintura, que se recorra un camino propio sin alejarse de las reglas que convierten el espacio blanco en una buena composición plástica. Y así se puede apreciar la alegría impresionista de Sofía Cosco, la fuerza del color que se instala como si no pesara, precisamente para dar peso y sentido al tema tratado; la intención geométrica que va guiando hacia un dibujo y una abstracción cada vez más libres, los trazos y el color de Mabel Fiandra, de María del Carmen Peaguda, de Adolfo Albanell, quien junto a los paisajes de casa y campo pintados en una paleta baja y terrosa como conviene al tema, muestra además tres dibujos que revelan su línea sensible, la primera y directa expresión sobre el papel.  Si bien José Luis Inciarte  suele pintar la figuración de su mundo interior dominado por paisajes de imponente naturaleza, en esta muestra presenta dos cuadros geométricos en una paleta alta, de brillante color y de inspiración más mental. La ingenuidad de Ana Inés Morelli es simplemente aparente y responde a una simplificación audaz de la realidad, para lo cual esta colorista maneja el espacio con decisión en el dibujo y una composición en la que arriesga color y forma, hasta convertir el fondo en otras tantas figuras de su mundo imaginario. Los pardos colores de Patricia Butler resuelven el paisaje sobre la horizontal y la vertical y en uno de los dos cuadros presentados, los tonos pastel, luminosos, muestran una nueva tendencia en la abstracción de su pintura. Susana Rossini traza con decisión y seguridad las líneas fundamentales de su composición, y ésta va cambiando, transformándose con pinceladas espontáneas y expresivas, unas sobre otras, hasta conseguir la unidad que la artista busca en cada creación. Josela Mazza crea un mundo de color y formas totalmente abstractas en las que se descubren aristas de la realidad; son las que dan consistencia a su discurrir con el color, en un diálogo casi musical de tonos  que a la vez acompañan y cubren aquella figura inicial. Los caballos de  Robert Larrosa palpitan con la dinámica que el artista consigue imprimir a la forma. Horacio Herrera hace gala de su libertad para combinar elementos plásticos que remiten a la realidad, es el caso de unas flores, que son antes pintura que flores y en esto radica el mérito de su trabajo. Daniel Valenti muestra su habilidad en el retrato y en el desnudo, con una técnica que contiene su expresividad dentro de los límites que el artista se impone para convertir en plasticidad las formas naturales del modelo elegido. Por todos estos valores rescatados de la mirada a la exposición del Taller de Sergio Viera, se impone el comentario que las obras presentadas inspiran al contemplador. Elisa Roubaud

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