FLAVIA
FERNÁNDEZ. COLOR, GESTUALIDAD, EXPRESIÓN
La pintura de Flavia Fernández impactó en la Galeria Grillo de Punta del
Este. Independientemente del tema abordado, siempre “la pintura” fue
protagonista, generosa en pinceladas vibrantes de color y palpitante de una
gestualidad contenida.
Nacida
en Salto (Uruguay) en 1984, sorprende
por su juventud con la contundencia de su oficio, trabajado desde la niñez en
diversos talleres; continuo estudios en el Instituto Universitario Nacional de
Arte de BuenosAires (Argentina); se perfecciono en técnicas de fotografia,
serigrafia y dibujo con Alvaro Amengual en la ORT de Montevideo (Uruguay).
Munida de estas herramientas y de su talento, Flavia Fernández ha podido
participar en talleres de “Resensibilizacion visual” y de “Producción en el
mensaje visual”, realizados en la Universidad Pridiliano Pueyrredon (Buenos
Aires, Argentina). Estas son sus credenciales, a partir de las cuales ha
desarrollado su talento con libertad suficiente para prescindir de la imagen y
hacer cantar el color, con precision y firmeza para enfrentar el desafio de la
figura humana en retratos que figuran caras expresivas, de ojos muy abiertos,
miradas profundas que recuerdan las pinturas de Fayoum, en las tumbas egipcias
(siglos I al IV D.C.), puestas sobre los sarcófagos reemplazando las antiguas
mascaras de las momias.
Andre
Malraux, en su “Museo Imaginario – El Mundo Cristiano”, al comparar la
aparicion del arte cristiano con el arte antiguo que lo precedio dice: “La
primera expresión cristiana aparece con la mirada de hipnosis de las primeras
orantes –en los frescos de Doura, en las estatuas de Palmyra, en los sudarios
de Fayoum-, acorde con el amor nocturno que inunda las catacumbas, la misma que
tendran los mosaicos de las basílicas triunfales, porque quiere ser la mirada
que refleja lo insondable”. (Pag. 14, Edición Gallimard, 1954).
Esa
cualidad atrapante, misteriosa, tienen las miradas de las “niñas” pintadas por Flavia Fernández;
miradas intensas que acusan el conocimiento y la sabiduría de los años,
contrastando con la ingenuidad aparente de los rostros representados.
El
arte destila por los llenos y los silencios de una pintura, sorda o estridente,
cuando el sentimiento que genera los trazos y anima espiritualmente lo visual,
es verdadero. No hay técnica que invente el talento. Es el artista quien con su
talento hace uso de lo aprendido. Y en Flavia Fernández se adivina que lo
aprendido también supera las técnicas que le fueron enseñadas. Algo que tiene
explicación cuando en su currículo se lee que es “incansable exploradora en
materiales y texturas” y que “es admiradora del arte de los niños y profesora
de plástica infantil”.
Elisa
Roubaud
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