sábado, 13 de julio de 2019

Kròger Diego

DIEGO KROEGER

A las arenas perdidas el artista recurre. Las recorre. Con ellas opera y recupera. Sentido y forma, color y textura se amalgaman movidos por la pasión de la creatividad.  Si al principio había sido el paisaje, protagonista de colores convertidos en olores y sensaciones de mar, arenas con alas de infinito en las que el vuelo de las gaviotas escapaba hasta la quietud y las velas se hinchaban de vientos marinos propulsando el movimiento con la energía del sol, aquellas formas pidieron un volumen que el plano aun enriquecido por luces y sombras no les podía dar. El artista se perdió en las arenas y volvió con ellas convertidas en texturas, teñidas de sombras modelando el mundo que se recreaba mientras las manos plasmaban los mismos sueños aunque ya con la mayor intensidad de su nueva expresión. Nació entonces la escultura. Los planos construidos aterciopelaron el color de las naturalezas que habían hecho de las playas una abstracción restallante y el volumen de las formas cambio la roca original en materia viva cubierta de arenas preparadas para recibir otros barcos, forjados a fuego vivo con el bronce o la chapa, listos para contener otras imaginaciones en otros viajes hacia las arenas perdiddas. Elisa Roubaud.

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