DIEGO KROEGER
A las arenas perdidas el artista recurre.
Las recorre. Con ellas opera y recupera. Sentido y forma, color y textura se
amalgaman movidos por la pasión de la creatividad. Si al principio había sido el paisaje,
protagonista de colores convertidos en olores y sensaciones de mar, arenas con
alas de infinito en las que el vuelo de las gaviotas escapaba hasta la quietud
y las velas se hinchaban de vientos marinos propulsando el movimiento con la
energía del sol, aquellas formas pidieron un volumen que el plano aun
enriquecido por luces y sombras no les podía dar. El artista se perdió en las
arenas y volvió con ellas convertidas en texturas, teñidas de sombras modelando
el mundo que se recreaba mientras las manos plasmaban los mismos sueños aunque
ya con la mayor intensidad de su nueva expresión. Nació entonces la escultura.
Los planos construidos aterciopelaron el color de las naturalezas que habían
hecho de las playas una abstracción restallante y el volumen de las formas
cambio la roca original en materia viva cubierta de arenas preparadas para
recibir otros barcos, forjados a fuego vivo con el bronce o la chapa, listos
para contener otras imaginaciones en otros viajes hacia las arenas perdiddas.
Elisa Roubaud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.